sábado, 2 de febrero de 2013

¡Qué bueno que se va a renegociar el contrato con la Barrick Gold!

Juan Núñez Collado.

Felicitamos tanto a los Senadores como a los Diputados por escuchar el clamor del pueblo dominicano por la revisión de este contrato, en ocasión del inicio de la celebración del bicentenario de Juan Pablo Duarte.
   
No olviden, señores Diputados y Senadores, que ustedes representan a un pueblo que los eligió y que este mismo pueblo sufre toda clase de penurias de educación, salud, condiciones sanitarias de agua potable, viviendas dignas y el gran peso de una fuerte deuda externa, por la cual de cada peso que ingresa al Estado dominicano ya debemos 45 centavos.
   
¡No entreguemos nuestro oro a cambio de nada!
   
No teman por las declaraciones de los señores embajadores de Canadá y Estados Unidos, porque esa es su función: Defender los intereses de sus ciudadanos de Ultramar.
   
Pero estos embajadores deben recordar que la función de los Senadores y Diputados es defender los intereses legítimos del pueblo dominicano, a quien por derecho natural le corresponde tener una participación justa en los beneficios que se derivarán de la explotación de esta mina, que el Creador quiso que esté en Pueblo Viejo, Cotuí y no en Canadá ni Estados Unidos.
   
Se necesita capital para esta explotación. Pero este capital no debe ser el único beneficiario de este bien irrevocable. Lo justo es que los beneficios que se deriven de esta explotación beneficien en la misma proporción tanto a los inversionistas como al pueblo dominicano.
   
Por lo tanto, no hay nada que temer: Lo temible ante Dios y la Historia, como juez inexorable, es que este contrato se deje como fue aprobado, donde solamente los inversionistas salen ganando. El capitalismo moderno, para que no se convierta en salvaje, se tiene que apoyar en la solidaridad, la justicia y la equidad.
   
La solidaridad fomenta la relación ganar-ganar, donde todas las partes se benefician para llegar a relaciones de ayuda mutua y esfuerzo propio.
   
La justicia como virtud cardinal, manda que se dé a cada uno lo suyo, o sea lo que por derecho natural le pertenece.
  
 La equidad crea el equilibrio entre las partes como fruto de la justicia bien aplicada.
   
Señores Senadores y Diputados, no hay nada que temer, pues para defender los legítimos intereses del pueblo dominicano ustedes fueron electos. Ustedes tienen una oportunidad de oro para corregir lo que se hizo mal, por las razones que fueran.
   
Dios siempre ofrece una oportunidad a los hombres y mujeres de buena voluntad, para que rectifiquemos los errores que como humanos estamos abocados a cometer bajo ciertas circunstancias de esta vida mortal.
   
No olviden que: “El bienestar del pueblo es la ley suprema”. Por encima de esta ley no hay nada,  ni contrato, ni convenios internacionales, ni diplomacia, etc. que pueda impedir la búsqueda del bienestar del único soberano, que es el pueblo.
   
Es en este sentido que Cristo dijo: “La verdad os hará libres”.
   
Cuando usted renegocia, legisla y trabaja por la búsqueda del bien común, usted se constituye en un legislador legítimo, además de legal, porque la legitimidad procede no de la elección por el pueblo, sino de las buenas actuaciones en favor de ese pueblo que le eligió para que lo represente dignamente frente a las garras de ciertos capitalismos modernos, salpicados por el salvajismo, cuando no se actúa cimentado en la justicia, la solidaridad y la equidad.
   
¡Legisladores, a defender nuestro  oro!
   
Que no nos quieran dar como limosna humillante lo que por derecho nos pertenece como buenos hijos de Duarte.
   
Por favor, no lo defraudemos en su bicentenario.

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