martes, 22 de enero de 2013

Populismo peligroso… el riesgo de algunas campañas llevadas a prisa


Benjamín García.
Hacer las cosas por hacerlas no tiene sentido. Embarcarse en proyectos partiendo de la urgente necesidad de responder a viejos reclamos, sin la debida planificación y por simple populismo, es condenar una buena acción al fracaso.  
    
¿Cómo es posible que un programa de construcción se inicie asignando las obras sin tener a mano lo más elemental, es decir los terrenos donde se van a construir?  El gobierno da señales de “querer hacer lo que antes no se había hecho”, sobre todo en el caso de las asignaciones de los proyectos mediante sorteos transparentes.  Pero luego viene el fiasco al dejar en manos de los profesionales una jugosa suma de dinero, sin estos tener idea de cómo o dónde se van a iniciar las infraestructuras prometidas.
    
Se dan dos pasos hacia delante y se caminan cuatro hacia atrás. Se nota más el afán mediático por el impacto de la noticia que por la efectiva ejecución de los programas.  Y así sencillamente nos encaminamos al derrotero.  Esperamos, y en eso seguimos dando el beneficio de la duda a este aun nuevo gobierno, que para una próxima oportunidad las cosas se harán teniendo mas sentido del orden.
    
El temor se anida igual cuando una campaña de alfabetización, tan necesaria como justa, se inicia a toda prisa.  Sin la debida motivación y sobre todo preparación de aquellos a quienes corresponderá la noble misión de sacar de la ignorancia, a cientos de miles de ciudadanos.
    
Si enseñar a una persona dentro de la educación formal es delicado, mucho mas lo será a quién ha crecido al margen de los procesos formativos y está mas interesado en resolver las cosas elementales de la vida, cada vez mas urgentes, que en lograr algo sin tener claro cuánto le ayudará a superar su situación. 
    
Se necesita un ejército motivado, bien armado y claro en el propósito.  Consciente de que alfabetizar es lo mismo que liberar.  Con la prisa corremos el riesgo de mandar al campo de acción algunos sujetos, mas interesados en obtener un beneficio económico a través del proyecto, que conscientes de la trascendencia del mismo.
    
Alfabetizar no puede estar en manos de analfabetos.  Una campaña de esa envergadura, signada como un acto de justicia, debe responder a una metodología donde se tome en cuenta fundamentalmente al sujeto beneficiario, su entorno, su realidad, sus intereses, los valores sobre los cuales ha fundado su existencia.  Y para eso quien asuma el reto de encauzarlo debe ser alguien con las luces suficientes para poder interpretar la trascendencia de su gesto. 
    
La sociedad demanda que las acciones tomadas en su beneficio tengan el alcance suficiente para permanecer como solución en el tiempo.  Que no nos gastemos en esfuerzos inútiles para limitados resultados.  Estamos más que cansados de parches propagandísticos en busca de adhesiones y aplausos efímeros.  Necesitamos reencauzar la nación, pero con programas que perduren.
   
 No es dos aspirinas que alivien el dolor indicadas por un farmacéutico de pocas luces.  Es el esfuerzo de cirujanos experimentados y con vocación auténtica, dispuestos a extirpar de raíz males ancestrales.  No son carpinteros baratos para remendar armazones sino ingenieros revestidos de sabiduría para construir nuevas estructuras.  Adecuadas a los requerimientos de la época y con la suficiente capacidad para permanecer funcionando en el tiempo.  
    
El riesgo de los cuatro años y ahí quedó todo, puede estar latente en la forma en cómo se han manejado algunas iniciativas del gobierno.  Ante esa realidad cabe echar a andar una nueva forma de hacer las cosas, es decir asumir la nación como una prioridad, como un proyecto colectivo que empieza a andar y que nadie pueda ya detener.

0 comentarios:

Publicar un comentario