sábado, 5 de enero de 2013
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“Nunca es más oscura la noche que cuando se aproxima el día”. Esta frase sirve para ilustrar la situación de desconcierto, oscurantismo, levedad, prosternación, genuflexión e insipidez que vive la sociedad dominicana.
Ante esos visos que acogotan y yugulan el orden social se observan indicios de fuerzas emergentes que buscan variar los patrones de convivencia que se instauran en las actuales relaciones sociales, que apuestan de forma decidida a cambiar las rutinas de impunidad, vulneración de las leyes, resquebrajamiento institucional.
Se ha asumido de forma militante la necesidad de mejorar el sistema educativo como forma de crear empoderamiento, ciudadanía responsable, espacio de equidad y responsabilidad social. Desde la sociedad civil se reclama la transparencia pública y privada, el imperativo de que haya una real separación de poderes entre los órganos del Estado como forma de hacer contrapeso y equilibrio.
Esto contribuirá a facilitar y eficientizar la gobernabilidad democrática y la distribución efectiva del poder. Se suele tildar de pesimistas a quienes colocamos las tildes en sus respectivos lugares, la sociedad se ha acostumbrado a la demagogia, el sofisma, los puntos medio que no son más que convivencia y encubrimientos. Una postura neutral ante la injusticia se cae del lado de los injustos, de quienes poseen el oro corruptor. El año que se inicia se bate entre el pesimismo y la esperanza.
Probablemente pesimismo porque en el plano político se está apostando a un borrón y cuenta nueva. Vale reconocer que el actual presidente ha mostrado acciones humildes, poco pomposas, ha querido exhibir transparencia aunque no ha podido despojarse del lastre y la secuela de corrupción, malversación y dilapidación de fondos y burla al orden jurídico.
Por otro lado es un año de esperanza, dentro de la filosofía cristiana la esperanza es un estandarte innegociable, es un hito y un valor que orienta el accionar de una comunidad o de un ser humano de forma individual, acorde con unos valores y unas normas de convivencia que contribuyen a galvanizar el orden y el control social.
Será un año de esperanza porque la sociedad está sedienta de justicia y reclama de forma continua no más impunidad, será época de esperanza porque el ejercicio de una ciudadanía activa ha logrado sensibilizar a las autoridades respecto a la necesidad de cumplir con la ley general de educación 66'97 que consagra la inversión de un 4% del PIB en la educación y que luego de quince años de aprobada dicha ley, por fin ha sido consignada en el presupuesto general de la nación.
La sociedad dominicana observa con júbilo como fuerzas sociales en estado primaveral, los jóvenes, están involucrados en el rescate del patrimonio nacional, en la preservación del medio ambiente y los recursos naturales. Son esas mismas fuerzas las que buscan no más impunidad, un stop a la violencia social y de género, a la delincuencia juvenil y a la designación galopante que se observa actualmente.
En otro ambiente se conmemoraron efemérides con las cuales se busca dar una nueva connotación al sentimiento nacional, el patriotismo y el civismo. En prospectiva, en enero se conmemora el bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte, el prócer de la independencia, paradigma de los valores patrios y el alma nacional; en agosto se conmemoran dos eventos de orden históricos, los ciento cincuenta año de la Restauración De la República, y los cincuenta años del gobierno democrático de Juan Bosch, primer ensayo liberal en la época postrujillo y que fue víctima de un golpe de estado.
También el 2013 será el año del centenario del natalicio del poeta nacional Don Pedro Mir, quien profetizo y cantó de forma lirica las vicisitudes que ha pasado y seguirá pasando su patria en su lapidario poema “Hay un país en el mundo”. También en el plano nacional se ha diseñado un programa nacional de alfabetización que busca sacar del manto de la ignorancia ágrafa a cerca de un millón de dominicanos. En conclusión, hay espacio para la esperanza, siempre que los grupos sociales emergentes prosigan su inquebrantable lucha por poder existir en una sociedad donde impere el respeto y la búsqueda de la institucionalidad.
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